viernes, 15 de abril de 2011

Mi corazón al atardecer

Al atardecer se escucha el grito de los murciélagos.
Dos negros caballos brincan en la pradera.
Susurra el arce rojo.
Al caminante lo recibe una posada en el camino.
Delicioso es el sabor del vino joven y las nueces.
Deliciosa: la embriaguez en el bosque a la hora del crepúsculo.
A través del negro ramaje resuenan sollozantes campanas.
Sobre la cara gotea el rocío.


Georg Trakl