jueves, 14 de abril de 2011

Salmo

Hay una luz, que ha sido extinguida por el viento.        
Hay una taberna en el campo, que un borracho abandona al atardecer.
Hay un viñedo, quemado y negro con agujeros repletos de arañas.
Hay un cuarto, que ellos han blanqueado con la leche.
El demente ha muerto. Hay una isla en los mares del sur,
Dispuesta a recibir al Dios del Sol. Suenan los tambores.
Los hombres ejecutan danzas guerreras.
Las mujeres balancean  las caderas entre lianas y flores de fuego,
Cuando canta el mar ¡Ay!, nuestro paraíso perdido.

Las ninfas abandonaron los áureos bosques.
Entierran al forastero. Entonces irrumpe una llovizna luminosa.    
El hijo de Pan aparece bajo la figura de un jornalero
Que elude el mediodía durmiendo a un costado del asfalto.
Hay niñas pequeñas en un patio luciendo vestidos desgarradoramente
                                                                                                   /pobres.
Hay salas, colmadas de acordes y sonatas.
Hay sombras, que se abrazan frente a un espejo enceguecido.
En las ventanas del hospital los convalecientes buscan calor.
Una blanca nave trae pestes sangrientas por el canal.

La distante hermana reaparece en las pesadillas de alguien.
Jugando con sus estrellas, descansa bajo los avellanos.
El estudiante, quizá su doble, la contempla largamente desde su ventana.
Detrás de él está de pie su hermano muerto; baja tal vez por una vieja
                                                                                /escalera de caracol.
A la sombra de los pardos castaños se pierde la figura del joven novicio.
El jardín se oscurece. En el claustro revolotean  los murciélagos.
Los hijos del portero terminan sus juegos y buscan el oro del cielo.

Acordes finales de un cuarteto. La pequeña ciega corre temblando
                                                                                   /por la avenida,
Y luego su sombra camina a tientas a lo largo de fríos muros, rodeada de
                                                           /cuentos de hadas y santas leyendas.

Hay una barca vacía que al atardecer desciende a la deriva el negro canal.
En la lobreguez del viejo asilo, se consumen ruinas humanas.
Los huérfanos muertos yacen al lado del muro del jardín.
De grises cuartos salen ángeles con alas manchadas de excrementos.
Gotean gusanos desde sus párpados amarillentos.
La plaza de la iglesia esta sombría y silenciosa como en los días de la
                                                                                                 /infancia.
Sobre suelas plata se deslizan vidas anteriores
Y las sombras de los condenados que se alzan bajando a las aguas que
                                                                                                   /suspiran.
En su tumba el mago blanco juega con sus serpientes.

Silenciosamente sobre el calvario se abran los ojos dorados de Dios.       

Dedicado a Karl Krauss 
Georg Trakl