Nos descarna la noche y se
nos pegan todos los vuelos
Las manos han quedado abiertas
Para demostrar que los vientos han errado
Oyes esa harapienta vibración, si es la nuestra y
es mejor ignorarla
Somos borrosos para los dioses tanto como ellos lo
son para nosotros
Vamos vestidos con agujas quemadas, agotamos el
primer ojo
Para qué guardar memoria,
Si sólo hay viento y agua operando en el brote de
los seres inviolables
Las memorias alzaron la luz como límite primitivo
Habrá veces en que nos echen fuego o niebla encima
Para distinguirnos de eso que hubo entre el cielo y
la copa del derrumbe.
Nadie ha descubierto nuestra cofradía,
Porque hablamos un idioma en clave
Entre la bruma accidentada y los lechos mancos
Llevamos atada a la espalda la quimera investida de
cera.
Esta mañana se levantó el polvo,
Atisbo esa continuidad que se asoma al día
Un tiempo accesible del que se sale con pies de
silbidos hacia las casas
Para entrar y salir de ellas, golpear las puertas
mientras abren
Y no es nadie
Mientras vuelven a golpear y de nuevo abren y de
nuevo no es nadie
Pero alguien hace cálculos, sumas y restas con esos
golpes y comprueba
Que el mensajero fue cubierto por constelaciones
marinas y anillos venenosos
Y llama a las líneas a advertir
Que las manos del cielo se basan en las
retenciones.
Él con nosotros hace una sola cadena, esa sola
cadena que hacemos
Con los ángeles que crecen hacia abajo en
retribución a la madera
Con las ánimas genitales que marcan con óxido de
zinc sus territorios
En los muros de las cavernas, ahora son distintos
los umbrales,
Como el agua que se desengaña
Un renegado magnetismo nos enmascara,
Bañamos las armas en el leproso centelleo
El espacio que ocupamos dentro de la noche se
vuelve niebla
Niebla que codicia la fragmentación del cuerpo.
Es mejor ignorar que nuestras raíces se abandonaron
a cielos equivocados
Que al nacer interrumpimos a esas serpientes
Que son las herramientas de la tempestad
Es mejor no guardar memoria, todos vivieron bajo
una lámpara culpable
Lo sumergible del mar primero fue hecho en el cielo
Miramos hacia atrás y vemos al fulgor derribar una
hilera de días.
Es otra la mirada como la del hombre que se mira
fijamente en la mujer
Y descubre que ha convivido con el relámpago
Que encamina a la sangre hacia un camino invisible
Con la clave que castiga las piedras, para que la
luz se quede a solas con la muerte.
Descubre que ha agitado pájaros y espejos para que
el infierno envejezca
Descubre que ha dejado cubierto de brisas el árbol
sexual que releva a la muerte
Descubre que dos temblores se quedaron para siempre
frente a frente.
Rodrigo Verdugo