domingo, 27 de mayo de 2012

Avifauna cósmica en los cielos de Chile


Gerardo Heredia, en su serie pictórica titulada “Avifauna cósmica de los cielos de Chile” establece órdenes desde una cosmología americana del presente, pero desde una dimensión ubicada absolutamente fuera de la realidad cotidiana, en el espacio de las ideas intercambiadas a través de medios tecnológicos y en aquel invisible entorno virtual que se presta a ser reinterpretado desde nuestra identidad.

Esta dimensión, geográficamente representable, es considerada por el creador como un hábitat de seres diversos, y en la búsqueda de una caracterización de estas entidades humano-tecnológicas, surge la identidad personal de cada uno de los emblemáticos seres, también la identidad de grupo.

En el orden de lo animal que el creador sugiere, el observador se encuentra frente a una representación de un Yo simbólico ancestral, habitando la supercarretera, asumiendo posturas siempre plenas, independientes y paralelas, y perpetuando el preciso momento en que se produce una suspensión en el tiempo. Ese encuentro entre espacio virtual y tiempo real, es registrado por el número, el cual ubica y capitula las obras, en tanto que la experiencia visual transcurre en un recorrido entre la complejidad de las formas, emblema de la complejidad del pensar y un habitar dentro del universo interconectado por la fibra óptica, materialización de la luz. El Hábitat, se encuentra en proporción con la figura, signo de la consistencia entre el ser y su entorno.

En el orden de lo humano, la gravedad de la pose, amalgamada o fusionada con el Ser y mutada en el objeto, magnifica su presencia, despegándose del fondo, que se presenta como una textura iluminada, que lo abraza como una bóveda entretejida por una naturaleza artificiosa y se desdobla desde ella, la naturaleza animal originaria.

La búsqueda expresiva a través de la sustancia acrílica guarda coherencia con este universo que el creador se atreve a visibilizar. La forma expresiva libre, vista desde una cercanía reticular, actúa como pixel de una más cuidada y tecnológica, enfocada desde el plano más amplio.

El universo, el todo de la obra, es parte de un cuento abstraído desde un acotado presente ya experimentado, porque todo lo demás presente, está mutando en este preciso momento, en la red.

Enrique Ibarra Soto
Licenciado en Arte y Académico Universidad de La serena