miércoles, 4 de abril de 2012

Evocación de Plenilunio

Las rutas vueltas a cruzar, el jardín esmaltado por las olaspájaros, el cielo apresado en la copa ¿no bastarían a formar tu país, sus calles de misterio que bajan hasta una dársena silenciosa?
    He aquí tu juego ganado a lo desconocido, tu posesión del azar.
    ¿Acaso todo ello no te haría creerte el visitante del ensueño, el viajero sin retorno?
    Imagínate ser el paseante de esa avenida de tilos que parecerían susurrar en la llama de tu lámpara decorada a corales, a resplandores purpúreos!
    Ah! El extraño huésped no responde a mis cavilaciones.
    Dime, solitario habitante de las quimeras ¿qué ves tú más allá del horizonte?
    "Veo las malvas libres, los palacios de platería bizantina, los castillos donde los peces y los pájaros juegan con los niños", me contesta inesperadamente mi empecinado soñador. "Veo la espuma del océano y bajo ella, tapizada en ámbar, una ciudad transparente y movediza, espléndida en amables sorpresas".
    Es allí donde las rutas detienen el ensueño.
    Es allí donde el misterio constituye una realidad y la realidad un cielo y el cielo un canto y el canto una floración milagrosa de la sangre.

 Carlos de Rokha
de Los Arcos Trémulos