Aunque el clima benigno y claro
vuelva
a sonreír en el condado de tu estima
y
regresen sus colores, la tormenta te ha cambiado:
nunca
olvidarás la oscuridad
que
enturbia tu esperanza, el vendaval
que
profetiza tu caída.
Tienes
que vivir con tu conocimiento.
Detrás,
más allá, fuera de ti, hay otros,
viviendo
soledades sin luna que tú no conoces,
pero
ellos sí te conocen a ti,
seres
de género y de número desconocido:
y
tú no les gustas.
¿Qué
les has hecho?
¿Nada?
Nada no es una respuesta:
llegarás
a creer (¿cómo puedes evitarlo?)
que
sí lo hiciste, que les hiciste algo;
te
encontrarás deseando hacerles reír;
y
anhelarás su amistad.
Nunca
habrá paz.
Por
tanto, pelea, con todo tu coraje
y
con todas las artimañas descorteses que conozcas,
y
ten bien claro esto:
su causa, si la
tenían, ya no les importa;
odian
por odiar.
Wystan Hugh Auden
(De: Parad los relojes y otros
poemas)