sábado, 10 de diciembre de 2011

Canto del hacha VIII

Veo al verdugo europeo.
Está de pie, enmascarado, vestido de rojo; tiene inmensas piernas y
            fuertes brazos desnudos;
y se apoya sobre un hacha pesada.

(¿A quién has decapitado últimamente, verdugo europeo?
¿De quién es esa sangre que veo en ti, tan húmeda y pegajosa? )

Veo los claros ponientes de los mártires;
veo descender fantasmas de los patíbulos,
fantasmas de señores muertos, de damas sin corona, de ministros
            acusados de delitos, de reyes destronados;
de rivales, traidores, envenenadores, caudillos deshonrados y más aún.

Veo aquellos que, en todas partes, han muerto por la causa justa;
la semilla es escasa; pero la cosecha nunca se agotará.
(tenedlo presente oh reyes extranjeros, oh sacerdotes; la cosecha nunca se agotará)

Veo la sangre completamente borrada del hacha:
la hoja y el mástil están limpios;
ya no derraman la sangre de nobles europeos; ya no estrechan los
            cuellos de las reinas.

Veo al verdugo retirarse y tornarse inútil;
veo al patíbulo desierto y mohoso; ya no veo hacha alguna en él;
veo el poderoso y fraternal emblema del poder de mi propia raza; la
            más nueva, la raza más extendida.
Walt Whitman
de Hojas de Hierba