viernes, 14 de octubre de 2011

Desde lo alto de Monserrat

                                                   Todo ha de tornar al fuego original
Tempestad de llamas
Así hablaba HERÁCLITO
Levante y poniente del hombre lúcido y duro.
—Habrás de ver el flujo y el reflujo
De las pasiones despreciables.
—Aceptarás la humedad al igual que se ama
A la madre que nos engendró.
—Hombres y mujeres abocados estáis al
Fuego de lava inmaterial
Aquí y allá ligera, arrolladora
Siempre mortal
Viva siempre
Que no ama sino lo que vendrá.
Siempre arrojados a los volcanes de vida y de muerte.
Y paracelso: ambas manos apoyadas
En la espada de la sabiduría
En intimidad con los astros y las piedras
Enamorado de las cavernas del hombre
Del vientre del universo.
Y tú ZARATUSTRA ojo de luz
En el centro de un mundo terrible y alegre
Os saludo desde lo alto
de Monserrat.
Hasta las botas en los ojos
hasta las lágrimas del barro
hasta las manos inflamadas de pus
conduce el camino del desafío
de los largos estertores de la tumba
donde silbó una muerte sin aire
y de la ausencia de esperanza
nace la estrella de la nube

(Noviembre 43) 
Georges Bataille