martes, 5 de enero de 2010

Los presos


84. Los presos.- "Una mañana los presos salieron al patio de trabajo; el carcelero estaba ausente. Unos, como tenían por costumbre, se dedicaron inmediatamente a trabajar, pero otros se quedaron sin hacer nada y miraban a su alrededor con aire provocador. Entonces uno de ellos salió de las filas y dijo a voces: ‘Trabajad si queréis, y si no queréis, no trabajéis: es igual. El carcelero ha descubierto vuestros manejos y os va a castigar terriblemente. Ya le conocéis; es duro y rencoroso. Pero escuchad lo que os voy a decir: no me conocéis; yo no soy lo que parezco. Yo soy el hijo del carcelero, y tengo un poder absoluto sobre él. Puedo salvaros, y voy a salvaros. Pero entendedlo bien, no salvaré más que a aquellos de vosotros que ‘crean’ que yo soy el hijo del carcelero. ¡Que los otros recojan el fruto de su incredulidad!" "Pues bien -dijo, tras una corta pausa, uno de los presos más maduros-: ¿qué importancia tiene para ti que creamos o que no creamos? Si eres verdaderamente el hijo del carcelero y puedes hacer lo que dices, intercede en nuestro favor y harás verdaderamente una buena obra; ¡pero deja esos discursos sobre la fe y la incredulidad!’ ‘Yo no creo nada -dijo uno de los jóvenes-. Ese hombre está loco. Yo os aseguro que dentro de ocho días estaremos aún aquí, el carcelero no sabe nada. Y si verdaderamente supo algo, ahora no sabe nada -exclamó el último de los presos, que en aquel momento acababa de bajar al patio-, pues ¡el carcelero acaba de morir de repente! "¡Bravo, bravo!– gritaron casi todos los presos a la ves-; ¿Con que tu eres hijo suyo? ¿Qué hay entonces de la herencia? ¿Es que somos ahora presos tuyos?" "ya se los he dicho- contestó dulcemente el aludido en medio de las burlas- ; daré la libertad a quien tenga fe en mi, y lo afirmo con tanta convicción como que mi padre vive todavía."Los presos ya no rieron; se encogieron de hombros y le dejaron solo.
Friedrich Nietzsche