martes, 24 de noviembre de 2009

El padrastro


-¡Hola!, me llamo Brillit y seré tu doctora por todo este año, ¿Por qué no comienzas contándome cómo te sientes en este instante?
-Siento que está oscuro, abro los ojos una y otra ves pero la oscuridad es cada vez más profunda.
-Y ¿Por qué crees que está esa oscuridad?-dijo la doctora-ahí que tonta he sido ¡pero si no te pregunté tu nombre!
Ella calló un momento y en el silencio se escuchó un gemido como si quisiese llorar pero se contuvo y respondió muy fuerte:
-Dayna-dijo y volvió a agachar la cabeza, la doctora la quedó mirando por un momento y dijo:
-Bueno Dayna, ¿En qué estábamos? ¡A si! En tu estado actual, dices que sientes una oscuridad profunda.
-Doctora yo quiero decirle que todo lo que hace es en vano porque todos los que han pasado por aquí y me han querido ayudar sólo han logrado quedar peor que yo.
-Tú no podrás conmigo-dijo la doctora con una voz dulce pero muy decidida- yo no te voy a mentir, yo se cual es tu historia y porque estas aquí, y me gustaría que desde tú punto de vista me cuentes tu historia.
Dayna mirando hacia el suelo dejo ver una pequeña sonrisa, levantó su mirada y luego su cabeza y le dijo a la doctora con un tono demente- ¿De verdad quiere oír?
La doctora dudo un poco por el tono en que lo dijo pero al final dijo:
-Si quiero saberlo y con detalles.
Dayna estaba callada por casi dos minutos y luego empezó a susurrar una palabra como si le tuviese que rendir cuentas a alguien por contar lo sucedido, la doctora se empezó a preocupar y dijo:
-¿Te sientes bien Dayna?
-Si, si -dijo un poco asustada
- Bien entonces cuéntame
-Yo, yo estaba en mi cuarto viendo televisión, siempre fui muy tranquila, yo siempre le repetía que él no me daba buena espina, que no me dejara sola en la casa si estaba él.
La doctora la interrumpió bruscamente y le preguntó:
-¿Quién es él?
Dayna se exaltó un poco empezó a respirar más fuerte y se movía en la silla como si se quisiese ir. Volvió a preguntar la doctora- ¿Quién es él?
-¡¡Mi padrastro!! – dijo muy fuerte para no tener que repetirlo
-Ya, ya, cálmate- dijo la doctora mientras Dayna asentía con la cabeza
-Entonces ella nunca me escuchaba y ese día mi madre fue a mi cuarto y dijo que tenía que ir de urgencia a su trabajo, era enfermera, le pregunté si estaba él y dijo no, yo di un largo suspiro y ella me miró como si yo estuviese loca, y en ese entonces yo aún estaba cuerda-dijo Dayna riendo- me dormí y eran casi las tres de la madrugada y bruscamente abrí los ojos, estaba teniendo una pesadilla, en cuanto vi que él estaba sentado en los pies de mi cama hubiese preferido seguir soñando horrores que viviéndolos en carne propia, me miraba con esos ojos penetrantes en la oscuridad de aquella noche, alcanzaba a ver esa sonrisa casi de burla que tenía. Poco a poco se empezó a acercar a mi y yo sólo decía: “¡¡No, no, aléjate!!”, él en vez de tratar de de convencerme que callara sólo mantenía su sonrisa y muy vagamente hacía un sonido macabro: “shu, shu”, puso su mano en mi rodilla y empezó a subir, yo lo traté de golpear pero estaba paralizada con y ese “shu, shu” me inundaba. Su mano llegó a mi sexo y yo tomé el suyo y se lo apreté, dio un grito y me proporcionó tiempo para correr, llegué a la cocina, tomé un cuchillo y alcancé a esconderlo; Cuando él llegó me dijo que todo estaba bien ¡Pero no! ¡Ya nada estaría bien! Él me acorraló, bajo mi pijama, sus pantalones y cuando me iba a penetrar le agarré su miembro y se lo corté, él gritó muy fuerte y yo me vi en su cara y volví a agarrar el cuchillo, cerré los ojos y empecé a apuñalarlo cuantas veces pude y cuando vi que ya no se quejaba abrí los ojos y tenía un gran charco de sangre en mis pies, ¡Estaba por todos lados! ¡Hasta en mi conciencia!
-¿Qué cosa? – Dijo la doctora con una voz temerosa
- Que más será la sangre, ¡La sangre!
La doctora la miró un momento como si buscase a alguien y en verdad buscaba a un brutal asesino en esa cara perturbada pero dulce de aquella joven, la doctora dio un suspiro y dijo:
-¿Lo…mataste?
-Si, si lo mate, lo mate, jajaja ¿Y sabe que doctora Brillit? Lo disfruté, lo gocé más que el primer beso, más que un orgasmo y más que cualquier cosa satisfactoria que pudiese haber vivido y en conclusión por eso me trajeron aquí, mi madre y los doctores de este lugar creen que no es normal que uno goce matando, y yo no entiendo como hay gente que disfruta leyendo un libro bueno, yo disfrute viendo morir a ese infeliz.
Yo llevaba meses con el sicólogo, antes que ocurriera todo, mi madre creía que mi personalidad no era normal- dijo Dayna con una pequeña sonrisa burlesca-y sólo porque llevaba tiempo con el sicólogo fue que no me llevaron a una celda, ¡Uff! ¡De la que me salvé! Porque allá se que están locos
-¿Tú crees estar loca? - dijo la doctora- a ojos de muchos la pregunta parecería estúpida, ya que, se la hacía a alguien que estaba en un manicomio y según los doctores muy loca, pero por lo mismo quizás no asumía su locura y como en todos los vicios, malos hábitos y pecados lo primero para remediarlos era asumirlo. Dayna calló un momento y mirando hacia el suelo frunció el ceño y empezó a mover los labios como si discutiera con alguien, la doctora espero un momento y luego la quedó mirando he interrumpió la enérgica discusión que tenía con nadie y dijo: -¿Tú crees estar loca?
Dayna la miró y le respondió:
-Yo creo que estoy irremediablemente cuerda y es una pena por que si estuviese loca tendría un mundo de fantasía que me evitaría pensar en todo lo que me atormenta ¡Aún veo la sangre del imbécil en mis manos! ¡¿Lo entiende?! Ah ¿¡Lo entiende!? No, claro, si se supone que aquí la loca soy yo, pero sólo mírese doctora Brillit-dijo Dayna altaneramente- ¿Qué persona cuerda se pondría esa ropa tan anticuada? Usted si que está loca por tener el valor de salir así a la calle.
Dayna se queda callada por unos momentos para calmarse.
-y dígame ¿Hace cuanto que no tiene novio?-dice Dayna mientras se acomoda el pelo. La doctora se pone un poco nerviosa y empieza a mirar hacia los lados como si las paredes fuesen a contestar por ella:
-Ehh, bueno…
-No diga nada - dijo Dayna- el silencio otorga, dicen por ahí los más cuerdos de este lugar-Dayna nota que la doctora se incomoda con el tema y quiso aprovechar eso- Mejor vamos a cambiar la pregunta ¿Hace cuanto que no hace el amor? ¿Hace cuanto que no siente el calor de un hombre sobre usted? ¿Hace cuanto? ¿Hace cuanto? ¡Cuanto!, ¿No quiere responder? Pues, sabe que yo desde ayer en la noche, jajaja, ¿Sabía que los guardias de aquí están tanto o más locos que los enfermos?, no son muy tiernos, pero eso para mi es lo demás.
La doctora empezó a sudar y a moverse en su silla, de verdad el tema le incomodaba.
-¿Por qué tan callada? ¿Acaso le di justo en la llaga? creo que si, ¡creo que si! - gritaba Dayna con una pequeña sonrisa en los labios- Si quiere puedo presentarle a uno de los guardias de aquí vaya que si saben hacerlo, jajaja, ¿Y que le parece?
-¡cállate!- susurro la doctora reteniendo la rabia
-Disculpe no la escuche, sólo escuchaba los gemido de ayer, uff que la pasé bien
-¡Cállate! ¡Estúpida loca!-dijo brillit mientras se abalanzaba sobre ella y la toma por el cuello, Dayna en su incomodidad le dice:
-Ahora que se libero, afirme mis dudas ¿Usted es la que se le murió el novio? Ya sabía que su nombre lo había escuchado en alguna parte y veo que fue algo relacionado con el sexo y ¿Qué fue exactamente? ¿Se lo cortaste por que la sorprendiste con otra? ¿O qué?
La doctora apretó un poco más fuerte:
-Yo no tuve la culpa, yo le dije que no se tomara esas pastillas- dijo la doctora
-¿Cuáles?
La doctora la quedó mirando y la soltó, se sentó junto a ella en el suelo y le dijo que ella tenia un novio y él no podía tener relaciones, era impotente, Dayna soltó una pequeña carcajada miró a la doctora y le pidió perdón y le dijo que continuara, entonces él compró unas pastillas sin receta, él sólo lo hacía por mi- relató Brillit sollozando- pero no me quiso escuchar y se la tomó. Estábamos haciendo el amor y cuando iba a eyacular le dio un paro cardiaco y murió en ese instante ¡Murió dentro de mi! Y yo no pude hacer nada, nada.
La doctora calló un momento bajó la mirada y se puso a llorar, Dayna la miró:
-Ya le advertí que al entrar aquí quedaría peor que yo -dio un suspiro, bajo la mirada y sacó un cigarrillo de su ropa interior, luego metió la mano en sus zapatillas y sacó un encendedor, prendió el cigarro y sólo se quedó junto a la doctora en silencio.

Jennifer Rojas