lunes, 19 de marzo de 2012

IV [Fragmento]

filtra la flor criba del calvero
la frase vuelve su ojo grasiento al interior acolchado de los labios
y el índice del pistilo toca la incrédula herida del cielo
saqueado por los ataques nocturnos de las nutrias
extendido al lado de nosotros donde los bizcos equilibristas se dejan caer en la red
en el sauce son enganchados los arreos de la tristeza
que las largas jornadas de otoño han engrasado con caricias de hamaca
[…]
*
un tiro de cañón pone tirantes los glóbulos rojos bajo la tienda de campaña
donde los somnolientos cohetes viven en colonias eléctricas
y recoge en su delantal de rayas las cáscaras del horizonte en la tarde
el informe modelador ve en cada árbol una viviente acogida
sobre la carretera imberbe donde la palabra embellece la altitud
el bosque sofocado es subido hasta la cumbre de la concepción matemática
y sin nubes su pecho revolotea alrededor de los cucos transformados en minutos
pero el frescor crepuscular del espíritu apaciguará pronto nuestro hambre de mundos
y eclipsará los pedazos de vida que depositamos de escalón en escalón
en el vacío vértigo que la muerte deja escapar de su órbita
de la mochila tan miserablemente atestada de escorias que suenan a inefables castigos
a golpes y fatigas incalculables para concluir en nada
hostigados como estamos por las previsiones microbianas de los pensamientos
pobres seres que no pueden apartar la mirada del talón de la muerte
el otoño arrastra sobre una muletas al viento tartamudo
y las espinas de los zarzales no lloran ya bajo el abrigo
el alfa se cierra sobre tu párpado la semilla de las montañas
el agua te mira
caravana de agua
semilla de mirada
arruga las hojas cejas de las montañas
bajo los dedos del agua mimadas las campanas se inclinan
el abanico del túnel se abre en el regazo de la tarde
las ilusiones han tocado a todas las vacaciones
*
muñón barbudo de árbol el puño enviado al combate de las sequedades
trueno válvula de los valles doloridos
cantable monotonía de los kioscos alineados como tazas de café
e hijos sobrenaturales reuniendo las rutas médicas
aferradas a las murallas de sólidos cuellos
círculos volantineros alrededor de la muerte del fósforo
el rastro de las muecas podridas ha contorneado lo irreal de los dientes belicosos
pero tú indiferente de lo que no tiene pedo ni augurio
genialidad sustancial
apenas sonriente al azar de los músculos los ojos y el viento
lo mismo que las lenguas de nieve lamiendo las sales profundas de los precipicios             
hormigueantes de esferas
*
el álamo va a echar a volar
el espino quiere cabalgar el resto de la nube
mordido está el flanco de la balanza
donde el paisaje pesa sobre su espalda de asno la pena a distribuir entre los montañeses
flores más pequeñas que granos de polvo
te llevará sobre un alfabeto de acordeones
y sobre los tejados rodantes  de las mariposas
transparencia inmóvil de escarcha
en la abundancia de noche
son los violines nuevos que brotan de los violinistas
son los nuevos niños que salen de los violines volantes
la lluvia ha huido remera de blanco
*
esparcidas sobre los manojos de llaves de las fuentes bajo las capas calcáreas
las negras bandas de refranes merodeadores vegetan siempre en los alrededores del sueño
y las aristas de cristal cantan en el órgano el armazón dorsal del buque mercante rumiando                                       
sus fuerzas
en el límite del olor de alquitrán se mueven las oscuras hordas de muebles carnosos
sin embargo después de que la ferocidad del pétalo se desvanece vuelven a ser bosques de
corzos para morir
y los geisers de la flauta y de la conciencia enmarañados sobre el frente de las muelas
enmohecen bajo las sombrillas de paja allí donde el ecuador suspende sus nidos
delante el hogar donde el silencio se mezcla a la leña estelar
y el escorzo con colores engañosos se destaca
los frutos bronceados se desnudan de las cutículas enlutadas de viejas
que los cuentos alisios han batido sobre el parapeto de los puentes
en la gruta la música de yeso se ilumina
el zapato guardará las ovejas de sombra que despliegan las lámparas de acetileno
la feria del marisco en sordina
toca en el cuerno de mica
el cortejo de los viajes que se conmueve
el cólquico de manos juntas se abisma
crisálida de golondrina
de la blancura prohibida a los lobos
[…]

Tristán Tzara
de El hombre aproximativo