Aquí ya nada se parece a lo que era,
mi señora,
sombras de plástico
y olores de neón
saquean conquistadores
el capullo y el fruto
La pereza…la pereza…
La lírica perezosa de los vates sin bat
mi señora,
sombras de plástico
y olores de neón
saquean conquistadores
el capullo y el fruto
La pereza…la pereza…
La lírica perezosa de los vates sin bat
Con flores de papel
llegan a tus plantas
de ciudad nortina
con abrazo y rima
con hábito de cumpleaños
y caen en tus simas sin ver el mar
El desierto florece
pero aquí no
La pereza…la pereza…
La pereza lírica de lo que nos rodea
Con pantalones cortos
o largos
con charreteras de guerra atávica
con medallas de valor dudoso
y gorritos de periódico
el norte chico se cree grande
igual que el muerto se cree vivo
Caminando río arriba
las tablas de una ley hecha cerros
nos devuelven lágrima heredada
y dulce
el clamor de los pastos
arrasados por el sol
-canto y grito verdadero-
danzando hacia atrás la marcha
del tren elquino en el viento
Las semillas no se deshacen con agua
así la verdad
así estas montañas
así estos cactus
que siguen soñando selvas
y chañares
destilando arrope
a los cuatro vientos
En mitad de la soberbia
sobre la triada jotesca
de una catedral de vidrio
se empinan monsergas y monseñores
de aliento medieval
Aquí abren sus alas de desperdicio
dando trabajo a barrenderos y esponjas
aquí se quedan mirando el sol
dando disculpas por su plumaje
Aquí, aquí,
sin más que perder
que el esqueleto de tu gloria
invertido
inadvertido
lleno de esferas irremediables
de yesos santos
y óleos benditos
Abra la puerta, señora
que el pan viene en canastos
de dicha para el hambriento
Abra de par en par sus ojos torturados
y por una vez vea
qué bien se siente el mar
y su lejana fiesta de peces
qué bien los acordeones del puerto
excomulgados y ebrios
qué bien las prostibularias hembras
sin afectación ni afeites
Entréguese, mi señora
a la gloria y desenfado de la verdad
Deje a la pereza durmiendo en los callejones
y álcese a lomo de vientos
sobre el sino nuestro
de miel
y sin fronteras
No por más madrugadas ganarás el cielo,
vieja nodriza,
tu silencio de campanario te delata
tu falsa pollera de fraile
tu neblina perpetua de las seis
tu cínico camisón que transluce
y no
Arrímate a los cerros de este valle
cálzate sandalia mistraliana
y sonrisa severa
aromada de papaya y pisco
de chirimoya y estrellas
de vino negro
y falda franciscana para celebrar
Bailemos juntas este nuevo vals
doradas de miel
y desnudas
soplando debajo de la cama
para endulzar las sombras
para jugar al luche con tu corona
de niña vieja
con un millar de amaneceres en las costillas
con frío y demasiada paciencia
entre los ojos
Dame tus manos y tus pies
danzando de norte a norte
sobre corceles azules
porque el frío no existe
Las ataduras serán de raso liberadas
y no habrá más nudos
ni estigma
en esta cracia sin aristas
Volverás a ver tus muertos
flotando mar adentro
y el brazo alzado en llamas
de tus peores recuerdos
Desde escenográficos balcones
y geranios de etiqueta lejana
te sentarás de nuevo
ilustre y armada
de cañones sin tiros
para tocar las estrellas
Serás reina entre las reinas
de todo reino sobre el mar
y cada rincón artificial
de tu Colonia marchita
se llenará de cantos
y zapatillas
de cristal bruñido
Serena y dulce
sobrevolando cruces
Serena y leve
dictando versos al cosmos
de un observatorio gringo
Serena mía
tan puta a la sombra
y tan beata de día
Tu comunión gozosa
de ostias
vino y cebolla
me trae de golpe al suelo
y con mano maestra
descascaro el adobe que ríe
y el irisado de tu moderna edad
Nadie olvidó el Reich
sobre tus calles de amor y miseria
Nadie sacó la cuenta regresiva
de todo mal
Y rodeada en rondas como la fea
sigas buscando el verbo
en otro lado del espejo.
Claudia Hernández
llegan a tus plantas
de ciudad nortina
con abrazo y rima
con hábito de cumpleaños
y caen en tus simas sin ver el mar
El desierto florece
pero aquí no
La pereza…la pereza…
La pereza lírica de lo que nos rodea
Con pantalones cortos
o largos
con charreteras de guerra atávica
con medallas de valor dudoso
y gorritos de periódico
el norte chico se cree grande
igual que el muerto se cree vivo
Caminando río arriba
las tablas de una ley hecha cerros
nos devuelven lágrima heredada
y dulce
el clamor de los pastos
arrasados por el sol
-canto y grito verdadero-
danzando hacia atrás la marcha
del tren elquino en el viento
Las semillas no se deshacen con agua
así la verdad
así estas montañas
así estos cactus
que siguen soñando selvas
y chañares
destilando arrope
a los cuatro vientos
En mitad de la soberbia
sobre la triada jotesca
de una catedral de vidrio
se empinan monsergas y monseñores
de aliento medieval
Aquí abren sus alas de desperdicio
dando trabajo a barrenderos y esponjas
aquí se quedan mirando el sol
dando disculpas por su plumaje
Aquí, aquí,
sin más que perder
que el esqueleto de tu gloria
invertido
inadvertido
lleno de esferas irremediables
de yesos santos
y óleos benditos
Abra la puerta, señora
que el pan viene en canastos
de dicha para el hambriento
Abra de par en par sus ojos torturados
y por una vez vea
qué bien se siente el mar
y su lejana fiesta de peces
qué bien los acordeones del puerto
excomulgados y ebrios
qué bien las prostibularias hembras
sin afectación ni afeites
Entréguese, mi señora
a la gloria y desenfado de la verdad
Deje a la pereza durmiendo en los callejones
y álcese a lomo de vientos
sobre el sino nuestro
de miel
y sin fronteras
No por más madrugadas ganarás el cielo,
vieja nodriza,
tu silencio de campanario te delata
tu falsa pollera de fraile
tu neblina perpetua de las seis
tu cínico camisón que transluce
y no
Arrímate a los cerros de este valle
cálzate sandalia mistraliana
y sonrisa severa
aromada de papaya y pisco
de chirimoya y estrellas
de vino negro
y falda franciscana para celebrar
Bailemos juntas este nuevo vals
doradas de miel
y desnudas
soplando debajo de la cama
para endulzar las sombras
para jugar al luche con tu corona
de niña vieja
con un millar de amaneceres en las costillas
con frío y demasiada paciencia
entre los ojos
Dame tus manos y tus pies
danzando de norte a norte
sobre corceles azules
porque el frío no existe
Las ataduras serán de raso liberadas
y no habrá más nudos
ni estigma
en esta cracia sin aristas
Volverás a ver tus muertos
flotando mar adentro
y el brazo alzado en llamas
de tus peores recuerdos
Desde escenográficos balcones
y geranios de etiqueta lejana
te sentarás de nuevo
ilustre y armada
de cañones sin tiros
para tocar las estrellas
Serás reina entre las reinas
de todo reino sobre el mar
y cada rincón artificial
de tu Colonia marchita
se llenará de cantos
y zapatillas
de cristal bruñido
Serena y dulce
sobrevolando cruces
Serena y leve
dictando versos al cosmos
de un observatorio gringo
Serena mía
tan puta a la sombra
y tan beata de día
Tu comunión gozosa
de ostias
vino y cebolla
me trae de golpe al suelo
y con mano maestra
descascaro el adobe que ríe
y el irisado de tu moderna edad
Nadie olvidó el Reich
sobre tus calles de amor y miseria
Nadie sacó la cuenta regresiva
de todo mal
Y rodeada en rondas como la fea
sigas buscando el verbo
en otro lado del espejo.
Claudia Hernández