domingo, 31 de julio de 2011

Los 12 consejos para escribir buenos cuentos


1) Nunca abordes los cuentos de uno en uno, honestamente, uno puede estar escribiendo el mismo cuento hasta el día de su muerte
 
2) Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si te ves con energía suficiente, escríbelos de nueve en nueve o de quince en quince.
 
3) Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, pero lleva en su interior el mismo juego sucio y pegajoso de los espejos amantes.
 
4) Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo, a Monterroso, a García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral.
 
5) Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura.
 
6) Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así.
 
7) Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡Deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautier, ni de Nerval!
 
8) Bueno: lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de éste pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges.
 
9) La verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra.
 
10) Piensen en el punto número nueve. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas.
 
11) Libros y autores altamente recomendables: De lo sublime, del Seudo Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; La antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares, de Enrique Vila-Matas.
 
12) Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo.

Roberto Bolaño

sábado, 30 de julio de 2011

Las Bodas Mágicas

Pienso: ¿existirá también un doble sentido, un lenguaje de in terpretación esotérica en el proceso de individuación, en el mé todo descubierto por Jung? Si se lo preguntara a él, de seguro lo negaría. Puede que hasta él mismo lo ignore; mas, el doble, el tri ple lenguaje, sin duda existe. Está ahí, esperando. Una cosa es lo que el hombre pretende hacer y otra lo que se hace solo, a pesar de él. Lo he comprobado en muchas partes de este vasto mundo, en edificios, en obras de arte, en biografías de personajes que han llegado a ser extraordinarios pese a ellos mismos. Basta co locarse en una determinada línea y continuarla con tesón; enton ces, un vientecillo de otro mundo nos toma y ya las cosas entran a depender de signos y poderes. El hombre es usado por los dio ses o los demonios, cae dentro del Mito. Jung ha trabajado de masiado intensa y dramáticamente para que su línea no se vin cule a la eternidad. Si es cierto que es el prolongador de los gnós ticos y de la Alquimia, entonces no podrá evitar entrar a tomar parte en sus misterios, aunque él haya intentado despejar de sombras esos caminos. Ni los gnósticos ni los alquimistas acuña ron sus símbolos con el objeto de hacer psicología analítica, si no por pura magia estremecida. Ahora bien, aunque no lo desee, Jung está condenado a ser también un mago, traspasando las fronteras de la ciencia oficial de nuestro tiempo. Y tal vez él lo sabía cuando me dijo que sólo los poetas lo entenderían bien.
En el trabajo de la Alquimia, la Sóror Mística acompañaba al alquimista a mezclar las sustancias, en su estudio, en su retorta. Ella participaba así en el largo proceso de fusión, al final del cual había una boda mística y la formación de un Andrógino, lo que no habría sido posible sin la presencia constante de la mujer. Se guramente se han mezclado ambos, la Sóror y el Alquimista, sus sustancias psíquicas.
En el trabajo de "individuación", llevado a efecto por una "paciente", en un "gabinete" junguiano, también con infinita paciencia se van mezclando sus imágenes con las del "analis ta". Entre ambos se producen imágenes y sueños, que llegan a ser comunes, confundiéndose hasta perderse la identidad y no saber ya quién produce el sueño de quién, la imagen de quién. En la vida diaria, en el amor mortal de la carne, los amantes, a pesar de su atormentado deseo de fusión, aun cuando duer man en el mismo lecho, jamás podrán soñar los mismos sue ños, estarán separados para siempre por ese hilo de aire endu recido. Sólo en el proceso alquímico de la boda mágica será posible cerrar la grieta, sólo en la "coniunctio junguiana". ¿Y se puede lograr esto sin amor? Jung ha dicho que no, porque es sólo en el amor cuando todo el ser actúa y se está dispuesto a "arriesgar la vida". Sin embargo, es este un amor distinto, mágico, maldito; es un amor sin amor, contrario a la creación física, a los tiempos y a la historia. Es el amor prohibido, el de la Reina de Saba, el que se cumple fuera y al margen del ma trimonio.Su producto no es un hijo de la carne, sino un hijo del espíritu, de la imaginación, un Andrógino; la fusión de los opuestos dentro de la psiquis de los amantes, de los alquimis tas, de los magos, de los iniciados, en el rito de la Individua ción. Por supuesto que este amor no excluye el amor físico en la carne de los oficiantes; pero este se transforma en liturgia, no siendo imprescindible. Lo que sí se excluye es el placer se xual común.
Para explicarnos mejor, expondremos aquí lo que sucede en la Tantra de la India, la que practicaron los verdaderos magos Siddhas que buscaban eternizarse ascendiendo al cielo con sus cuerpos y que también mezclaron los metales en busca del oro innatural.
La Tantra es un método secreto, religioso, del amor sexual. El iniciado hombre deberá ser casto; la mujer pudo también ser una prostituta sagrada de los templos, lo que en el fondo es igual a ser casta. Se preparaban por largo tiempo antes de realizar el acto llamado "Maithuna", en sánscrito, o coito místico. Ambos se aislaban en la selva y vivían como hermano y hermana, como el alquimista y su Sóror, intercambiando ideas, imágenes y pala bras (moliendo, desgastando las sustancias, cansando el metal). Duermen juntos, desnudos, en un mismo lecho; pero no se to can. Sólo tras largos meses pueden llegar a la realización de la Misa Tántrica en que se bebe vino, se come cereal y se practica el "Maithuna". Este acto es la culminación del largo proceso de sublimación conjunta, de compenetración psíquica, hasta que la carne se ha transformado, se ha transfigurado, "perfumado" co mo un loto, hasta que el plomo se ha convertido en oro, con ayu da del mercurio, del fuego misterioso despertado en la base de la Columna Vertebral.
Este fuego es el que ahora actúa cuando ella es poseída en el "Maithuna". Es un fuego inextinguible. En ese acto de amor su premo -que nada tiene que ver con el acto sexual corriente, en que sólo actúa la muerte y por eso se produce la vida de la car ne- actúa ahora el Ángel de la Muerte, que es el que produce la vida del espíritu. Ella, la mujer, la sacerdotisa del amor mágico, va tocando, con su fuego serpentino, los distintos chakras del hombre, del héroe tántrico, preparado ya para la muerte mística y la resurrección, va despertando "centros de conciencia", al mismo tiempo que se abren los suyos propios. Al final, el placer sin nombre que se alcanza no es el de la eyaculación del semen, lo que está estrictamente prohibido, sino el placer de la visión, de la apertura del Tercer Ojo, de la fusión de los órganos opues tos. El semen no salta hacia afuera, sino hacia adentro. El pro ceso de la creación se invierte en un movimiento retrógrado, por así decirlo. El hijo de este amor prohibido es el Andrógino, es el Hombre Total, con todos sus chakras o centros de conciencia despiertos. Es el encuentro con el Sí-Mismo. Con la Última Flor, la que no existe, la inventada hace más de cinco mil años...
Cumplido este, rito de amor sin amor, esa Misa Tántrica, él y ella se separan. Ya están completos, ya están fríos para siempre, ya están individuados. En verdad, él se ha desposado con su "ánima"; ella, con su "ánimus". Sólo una vez en miles de años es dada la posibilidad de cumplimiento de este amor, al presentar se las condiciones psíquicas, astrológicas e históricas favorables, el sincronismo entre alma y naturaleza.
¿Habrá redescubierto Jung este camino?
Allá, en la India, en los muros de la ciudad sacra de Khajura-ho, la Ciudad de las Bodas Eternas, todo esto está expuesto en las esculturas de piedra de sus templos, en escenas de amor in descriptibles. Pero en los muros de esa ciudad sacra no hay ni ños esculpidos. Y es que ese amor es un amor innatural. Sólo dentro del templo, en lo más recóndito, reposa, medita con los ojos cerrados, el Shiva Andrógino, contemplando el único punto de su propia creación, gozándose de ella, en esa flor de piedra...
También Krishna, el dios azul de la India, el bailarín enloque cido, al que tanto amara Hesse, ejecutaba sus danzas en los jar dines de Vrindavan, en los bosques, lejos de los trabajos y los días. Y su amante era Radha, una mujer casada. Con ella, en la realización del número "Tres", danzando la "Raslila", dentro de un Mándala, alcanzaban el Sí-Mismo, la Flor Increada, el Centro inexistente de la más pura y dolida imaginación.
Y el amor de Krishna y Radha era también un amor prohibi do, antisocial, porque Radha era casada.
Sin duda que en todo esto hay un sublime simbolismo. En los más altos planos de esta "iniciación", el Maithuna no es físico; no es necesario que así lo sea. Es más, se prefiere que no lo sea. La Sóror Mística está allí, junto al alquimista, para ayudarle a mezclar las sustancias y para restañar su sudor de sangre, como María Magdalena. La "paciente" entrega sus imágenes y sus sue ños para mezclarlos con los del "analista", para crear juntos, pa ra rundirse en el proceso de la individuación.
Pero la unión, la boda última, se produce en verdad dentro del cuerpo de cada uno, aislados, solos, en forma tal que ya no se sabe a quién pertenece cada cuerpo. La unión es el despertar de los distintos chakras, gracias a Kundalini, esa "corriente emo cional", como la definiera Jung, ese mercurio de los alquimistas, esa "serpiente ígnea", o "fuego astral" de los ocultistas. La boda es entre "Ida" y "Pingala" en el canal "Susumna", o bien en el templo del chakra Manipura, o Plexo Solar. También en el entre cejo, en el chakra Ajna, donde se abre el Tercer Ojo, o en el Vacío Último del Brahmachakra, o Centro Coronario. La boda es tam bién entre el Yo y el Sí-Mismo, por medio y a través del Ánima y del Ánimus. De la mano de Beatriz, Dante desciende a los Infier nos y asciende al Cielo...
"Sólo los poetas me entenderán..." Sí. Incorporado a la Áurea Catena, Jung no podrá sino cumplir ya con sus a causales míticas. El Mago Jung ha vuelto a entregarnos, a hacernos posible hoy, el oficiar en la realización de los misterios, para que unos cuantos retornen hasta la legendaria tierra de los Hombres-Dioses.
Bastará la aparición de un alma grande entre sus discípulos, que lo prolongue, llegando a interpretar el lenguaje subyacente en su obra, presente allí como un palimpsesto. Y tendrá que ser un sacerdote, un mago, o puede que un poeta.

De El círculo hermético
Miguel Serrano

viernes, 29 de julio de 2011

Las puertas de la percepción (Fragmento)

(…) El cerebro cuenta con una serie de sistemas de enzimas que sirven para coordinar sus operaciones. Algunas de estas enzimas regulan el suministro de glucosa a las células cerebrales. La mezcalina impide la producción de estas enzimas determinadas y disminuye así la cantidad de glucosa a disposición de un órgano que tiene una constante necesidad de azúcar.
¿Qué sucede cuando la mezcalina reduce la normal ración de azúcar del cerebro? Son muy poco los casos que han sido observados y esto impide que se pueda dar ya una contestación concluyente. Pero lo que sucede en la mayoría de los pocos que ha tomado mezcalina bajo fiscalización puede ser resumido como sigue:
1º La capacidad de recordar y de “pensar bien” queda poco o nada disminuida. Cuando escucho grabaciones de mi conversación bajo la influencia de la droga, advierto que haya sido entonces más estúpido que en tiempo ordinario.
2ºLas impresiones visuales se intensifican mucho y el ojo recobra parte de esa inocencia perceptiva de la infancia, cuando el sentido no está inmediata y automáticamente subordinado al concepto. El interés por el espacio disminuye y el interés por el tiempo casi se reduce a cero.
3ºAunque el intelecto no padece y aunque la percepción mejora muchísimo, la voluntad experimenta un cambio profundo y no para bien. Quien toma mezcalina no ve razón alguna para hacer nada determinado y juzga carente de todo interés la mayoría de las causas por las que en tiempos ordinarios estaría dispuesto a actuar y sufrir. No puede molestarse por ellas, por la sencilla razón de que tiene cosas mejores en que pensar.
4º Estas cosas mejores pueden ser experimentadas –como yo las experimenté- “ahí afuera” o “ahí adentro”, o en ambos mundo, el interior y el exterior, simultánea o sucesivamente. Que son cosas mejores resulta evidente para todo tomador de mezcalina que acuda a la droga con un hígado sano y un ánimo sereno.
Estos efectos de la mezcalina son de la clase de los que cabría esperar que siguieran a la administración de una droga capaz de menoscabar la eficiencia de la válvula reducidora del cerebro.
Cuando el cerebro queda sin azúcar, el desnutrido ego se siente débil, se resiste a emprender los necesarios quehaceres y pierde todo su interés en las relaciones espaciales y temporales que tanto significan para un organismo deseoso de ir tirando en este mundo. Cuando la Inteligencia Libre se cuela por la válvula que ya no es hermética, comienzan a suceder toda clase de cosas biológicamente inútiles. En algunos casos, se pueden tener percepciones extrasensoriales. Otras personas descubren un mundo de belleza visionaria. A otras más se le revelan la gloria, el infinito valor y la plenitud de sentido de la existencia desnuda, del acontecimiento tal cual, al margen del concepto. En la fase final de la desaparición del ego –y no puedo decir si la ha alcanzado alguna vez algún tomador de mezcalina-, hay un “oscuro conocimiento” de que Todo está en todo, de que todo realmente es cada cosa. Yo supongo que esto es lo más que una inteligencia finita puede acercarse a “percibir cuanto esté sucediendo en todas partes del universo”.
En relación con esto, ¡qué significativo es el enorme mejoramiento que tiene bajo la influencia de la mezcalina la percepción del color! Para ciertos animales, es biológicamente muy importante la capacidad de distinguir ciertos matices. Pero, más allá de los límites de su espectro utilitario, la mayoría de los seres son completamente ciegos para los colores. Las abejas, por ejemplo, pasan la mayor parte de su tiempo “desflorando a las lozanas vírgenes de la primavera”, pero, como Von Frisch lo ha mostrado, sólo pueden reconocer unos cuantos colores. El muy desarrollado sentido del color que tiene el hombre es un lujo biológico, precioso para él como un ser intelectual y espiritual, pero innecesario para su supervivencia como animal. A juzgar por os adjetivos que Homero pone en sus labios, los    héroes de la Guerra de Troya apenas superaban a las abejas en la capacidad para distinguir los colores. En este aspecto por lo menos, el avance de la humanidad ha sido prodigioso.
La mezcalina procura a todos los colores un mayor poder y hace que el perceptor advierta innumerables finos matices para los que en tiempo ordinario es completamente ciego. Se diría que, para la Inteligencia Libre, son primarios los llamados caracteres secundarios de las cosas. Al contrario de Locke, entiende de modo manifiesto que los colores son  más importantes y dignos de atención que las masas, posiciones, dimensiones. Como los que toman mezcalina, muchos místicos perciben colores de un brillo sobrenatural, no solamente con la vista interior, sino hasta en el mundo objetivo que los rodea. Testimonios análogos formulan los psíquicos y los impresionables. Hay ciertos médiums para quienes la breve relación del tomador de mezcalina es, durante largos periodos, una experiencia cotidiana y hasta horaria.
Ahora podemos poner fin a esta larga pero indispensable excursión por los campos de la teoría y volver a los hechos milagrosos: cuatro patas de una silla de mimbre en el centro de una habitación. Como los narcisos de Wordsworth, estas cuatro patas procuran toda clase de riquezas: el don, superior a todo precio, de un nuevo conocimiento directo de la verdadera Naturaleza de las Cosas, junto a un más modesto tesoro de comprensión, especialmente en el campo de las artes.(…)

Del libro Las puertas de la percepción
Aldous Huxley

jueves, 28 de julio de 2011

Ecología social y ecofeminismo

Además de la ecología profunda, hay otras dos escuelas filosóficas de ecología: la ecología social y la ecología feminista o “ecofeminismo”. En publicaciones filosóficas de los últimos años se ha establecido un vivo debate sobre los  méritos relativos de la ecología profunda, la ecología social y el ecofeminismo. Pienso que cada una de las tres aborda aspectos importantes del paradigma ecológico y que, lejos de competir entre ellos, sus defensores deberían integrar sus planteamientos en una visión ecológica coherente.
 La percepción desde la ecología profunda parece ofrecer la base filosófica y espiritual idónea para un estilo de vida ecológico y para el activismo medioambiental. No obstante, no nos dice mucho acerca de las características culturales y los patrones de organización social que han acarreado la presente crisis ecológica. Éste es el objetivo de la ecología social.
 El terreno común de varias escuelas dentro de la ecología social es el recogimiento de que la naturaleza fundamentalmente antiecológica de muchas de nuestras estructuras sociales y económicas y de sus tecnologías, tiene sus raíces en lo que Riane Eisler ha denominado el “sistema dominador” de la organización social. Patriarcado, imperialismo, capitalismo y racismo son algunos ejemplos de la dominación social que son en sí mismos explotadores y antiecológicos. Entre las distintas escuelas de ecología social se cuentan varios grupos anarquistas y marxistas que utilizan sus respectivos marcos conceptuales para analizar distintos patrones de dominación social.
 El ecofeminismo podría verse como una escuela específica dentro de la ecología social, ya que se dirige a la dinámica básica de la dominación social en el contexto del patriarcado. No obstante, su análisis cultural de múltiples facetas del patriarcado y de los vínculos entre el feminismo y la ecología va mucho más allá del marco conceptual de la ecología social. Los ecofeminista ven la dominación patriarcal del hombre sobre la mujer como el prototipo de toda dominación y explotación en sus variadas formas de jerarquía, militarismo, capitalismo e industrialización. Señalan que la explotación de la naturaleza en particular ha ido de la mano con la de la mujer, que ha sido identificada con la naturaleza a través de los tiempos. Esta antigua asociación entre mujer y naturaleza vincula la historia de la mujer con la del medio ambiente y es el origen de la afinidad natural entre feminismo y ecología. Consecuentemente, el ecofeminismo ve el conocimiento vivencial femenino como la principal fuente para una visión ecológica de la realidad.

Del libro La trama de la vida
Fritjof Capra                                                               

miércoles, 27 de julio de 2011

Ecología profunda


El nuevo paradigma podría denominarse una visión holística del mundo, ya que lo ve como un todo integrado más que como una discontinua colección de partes. También podría llamarse una visión ecológica, usando el término “ecológica” en un sentido mucho más amplio y profundo de lo habitual. La percepción desde la ecología profunda reconoce la interdependencia fundamental entre todos los fenómenos y el hecho de que, como individuos y como sociedades, estamos todos inmersos en  ( y finalmente dependientes de) los procesos cíclicos de la naturaleza.
Los términos “holístico” y “ecológico” difieren ligeramente en sus significados y parecería que el primero de ellos resulta menos apropiado que el segundo para describir el nuevo paradigma. Una visión “holística” de, por ejemplo una bicicleta se interna en su entorno natural y social: de dónde provienen sus materias  primas, cómo se construyó, cómo su utilización afecta al entorno natural y a la comunidad en que se usa etc. Esta distinción entre “holístico” y “ecológico” es aun más importante cuando hablamos de sistemas vivos, para los que las conexiones con el entorno son mucho más vitales.
El sentido en que uso el término “ecológico” está asociado con una escuela filosófica específica, es más, con un movimiento de base conocido como “ecología profunda”, que está ganando prominencia rápidamente. Esta escuela fue fundada por el filósofo noruego Arne Naess a principios de los setenta al distinguir la ecología “superficial” y la “profunda”. Esta distinción está ampliamente aceptada en la actualidad como referencia muy útil en el discernimiento entre las líneas de pensamiento ecológico contemporáneas.
 La ecología superficial es antropocéntrica, es decir, está centrada en el ser humano. Ve a este por encima o aparte de la naturaleza, como fuente de todo valor, y le da a aquella únicamente un valor instrumental, “de uso”. La ecología profunda no separa a los humanos –ni a ninguna otra cosa- del entorno natural. Ve el mundo, no como una colección de objetos aislados, sino como una red de fenómenos fundamentalmente interconectados e interdependientes. La ecología profunda reconoce el valor intrínseco de todos los seres vivos y ve a los humanos como una mera hebra de la trama de la vida.
 En última instancia, la percepción ecológica es una percepción espiritual o religiosa. Cuando el concepto de espíritu es entendido como el modo de consciencia en que el individuo experimenta un sentimiento de pertenencia  y de conexión con el cosmos como un todo, queda claro que la percepción ecológica es espiritual en su más profunda esencia. No es por tanto sorprendente que la nueva visión de la realidad emergente, basada en la percepción ecológica, sea consecuente con la llamada filosofía perenne de las tradiciones espirituales, tanto si hablamos de la espiritualidad de los místicos cristianos, como de la de los budistas, o de la filosofía y cosmología subyacente en las tradiciones nativas americanas.
 Hay otra manera en que Arne Naess ha caracterizado la ecología profunda. “La esencia de la ecología profunda”, dice, “es plantear cuestiones cada vez más profundas”. Ésta es así mismo la esencia de un cambio de paradigma.
 Necesitamos estar  preparados para cuestionar cada aspecto del viejo paradigma. Quizás no resultará necesario desdeñarlos en su totalidad, pero, antes de saberlo, debemos tener la voluntad de cuestionarlos en su totalidad. Así pues, la ecología profunda plantea profundas cuestiones sobre los propios fundamentos de nuestra moderna, científica, industrial, desarrollista y materialista visión del mundo y manera de vivir. Cuestiona su paradigma completo desde una perspectiva ecológica, desde la perspectiva de las relaciones con los demás, con las generaciones venideras y con la trama de la vida de la que formamos parte.

Del libro La trama de la vida
Fritjof Capra